jueves, 28 de abril de 2011

Reflexiones despues de 2001: A Space Odyssey

La Luz, El Color y Los Silencios

2001 sugiere en su primera hora que la evolución del hombre hasta el momento no supone que dispongamos de un mayor conocimiento de lo sustancial: el ser humano con respecto al universo.


La “música” se convierte en factor fundamental durante las secuencias con larguísimos y amplios planos, para crear la intensidad mística característica de Kubrick.


Seguimos siendo una especie sin evolucionar. En el fondo somos iguales que en el momento de nuestro nacimiento. Y entre esto se desarrolla la historia del hombre en la búsqueda de lo desconocido: el conocimiento superior.

Igual que en el resto de las películas de Stanley Kubrick, consigue hipnotizar al espectador, como ocurre en una opera de Verdi, exactamente como pretende. Los planos largos, los ángulos, la velocidad en escena, los sonidos rítmicos de respiración consiguen la empatía con los personajes, acompañada por el suspense y terror que sufren.


En 2001 el terror viene por la dependencia creada por el hombre hacia una máquina, a la que se le ha dado el poder, y que además actua como un ser humano, por lo que trasmite una sutil desconfianza a los hombres. El terror sutil se potencia con la lentitud de movimiento y el tenso silencio durante la acción.

La profundidad en las imágenes y los vertiginosos ángulos de cámara llenan de arte y tensión las escenas más importantes.

Las limitaciones de la máquina, a pesar de sus capacidades de interactuar con sentimientos programados, la hacen subestimar las capacidades de decisión, de ser justo y de sentido común del hombre.

Estas son las capacidades que nos convierten en humanos.

En contra el hombre es incapaz de ver más allá de sus sentidos más básicos y primarios. Tiene una imaginación demasiado limitada a estos sentidos cada vez más cansados y anestesiados.

La desconfianza que existe entre los hombres no permite la búsqueda de la necesitada evolución espiritual.

El subdesarrollado espíritu del hombre lo predispone a su destrucción como ser basado en el conocimiento y la inteligencia, eliminando la opción de búsqueda de soluciones de evolución real.

El hombre está estancado en una forma de vida que lo convierte en esclavo de si mismo.


El hombre no es más valioso que cualquier animal o ser vivo. Se presupone a si mismo superior en inteligencia, pero mientras el resto de seres vivos basan su existencia en objetivos claros de perfección en supervivencia, reproducción, etc... dentro del orden general, el hombre basa su existencia en la satisfacción individual, y felicidad propia.


La teoría del caos es un ejemplo del comportamiento humano, es imposible saber con certeza cual va a ser la forma de actuar de un hombre ante cualquier situación, e incluso más si la situación es de riesgo. 


Cuando el ser humano cambie sus objetivos de vida, o incluso cuando los busque, como mejores fórmulas de organización social, trabajo en equipo y crecimiento espiritual, nuestra especie dará el primer paso a su evolución positiva.

La siguiente evolución del ser humano no debe basarse en el dominio de nuevas tecnologías y máquinas, sino en la búsqueda de un mayor conocimiento espiritual de si mismo.

27/04/2011 Adán J Céspedes